Capitalismo argentino: modelo de industrialización por sustitución de importaciones

Modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI): 1930 - 1975
La apertura de la economía argentina al comercio mundial  (su dependencia absoluta de la exportación de materias primas e importación de productos de mayor complejidad en la elaboración) generaba una dependencia muy fuerte de los vaivenes del mercado internacional. El 24% de la producción interna estaba volcada a las exportaciones, a la vez que consistía en el 67% de la producción agrícola. Además, los ingresos del Estado estaban constituidos en un 75% por los aranceles de Aduana.  Siendo lo anterior así, esta dependencia del comercio internacional hizo que toda crisis externa afectara de manera extrema a la economía Argentina. Por este motivo, los períodos de guerra y posterior reconstrucción europea, y la gran crisis de sobreproducción que tuvo lugar en Estados Unidos en 1930, por más de parecer problemas lejanos y ajenos a la Argentina, lo cierto es que impactaron en ella de gran manera:  significaron que el comercio internacional fue interrumpido, que nuestro país encontraría severas dificultades para vender sus productos agropecuarios y para importar todos los demás artículos elaborados que no se fabricaban aquí.
Este marcó el ocaso del modelo agroexportador. A partir de 1930 y con mayor intensidad en la década del ´40, se comenzó con a generar un  “desarrollo hacia adentro”: un modelo que debió industrializarse a la fuerza para sustituir todas aquellas importaciones que no podía seguir trayendo, y para generar fuentes de trabajo para las altas tasas de desocupados que dejaba esta crisis.
Mientras que las primeras industrias locales estuvieron íntimamente ligadas al modelo anterior (frigoríficos, talleres ferroviarios, etc cuya función estaba ligada a la actividad agropecuaria), a partir del gobierno de Perón (1946-1955), la industria pasaría a diversificarse. Se abandonó la idea liberal de que el Estado no debía intervenir en cuestiones económicas, y por cierto desde el Estado se crearon empresas como fue el caso de las industrias mecánica (Industrias Mécanicas del Estado), siderúrgica (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina), química (Fabricaciones Nacionales de Productos Químicos), energética (Gas del Estado e YPF), transportes (Empresa de Líneas Marítimas Argentinas y Flota Aérea Mercante Argentina), etc. Otro punto decisivo fue la nacionalización de empresas, como el Banco Central y las empresas de ferrocarriles y teléfonos.
A la vez, el Estado pasó a regular y centralizar toda la actividad económica y a organizar la economía en grandes planes bajo su supervisión. A la vez, en tanto la situación del campo hubo de mejorar, se le pasó a cobrar muy altos impuestos, de manera de desviar luego esos fondos a los demás emprendimientos que estaba llevando a cabo el Estado.
Todas estas medidas tuvieron un gran éxito para sortear la crisis y para industrializar al país, sumamente ayudados por el contexto internacional (la imposibilidad de seguir importando).
El alto crecimiento económico de la época estuvo basado en un “círculo virtuoso” que consistió en dar mayores reconocimientos económicos y sociales a los trabajadores, de manera que puedan insertarse ellos también al consumo de productos industriales (los cuales antes estaban claramente destinados a un sector privilegiado de la sociedad). Al haber pleno empleo y altos salarios para los trabajadores, éstos se volcaban al consumo, y a la vez que consumían el Estado tenía mayor recaudación de impuestos y las empresas mayores ganancias, así se contaba con nuevos recursos para costear los altos salarios, etc. Ese era el círculo de la prosperidad económica.
El Estado de Bienestar: este es el nombre con el que se conoce a las políticas sociales que acompañaron esta época, pero no es más que la otra cara de una misma moneda. Como hemos visto, el Estado, en vez de dejar el intercambio al azar del libremercado, fue fundamental para fomentar el trabajo. A la vez, para casos inevitables de desempleo, se otorgaron seguros de desempleo, de manera de que ese trabajador desocupado pudiera seguir sosteniéndose y consumiendo hasta el momento de conseguir un nuevo puesto de trabajo.
Al mismo tiempo, se fijaron las condiciones del trabajo: regulándolo por ley, estableciendo vacaciones obligatorias y aguinaldos para los trabajadores, explicitando la duración de las jornadas de trabajo, fijando un salario mínimo, etc. Por otro lado, el Estado volcó gran cantidad de fondos a la construcción de escuelas, hospitales, viviendas, etc.
En definitiva, el Estado de bienestar implicó que el Estado interviniera en la redistribución de la riqueza de tres diferentes maneras: 1) a través de transferencias monetarias, las que pueden ser directas –seguros de desempleo, pensiones, asignaciones familiares- o indirectas –subsidios a productos de consumo básico; 2) mediante la provisión de bienes –programas de asistencia alimentaria- y prestación de servicios –educación, salud-; y 3) estableciendo normas de protección de las condiciones de trabajo, del medio ambiente o de la calidad de productos y servicios.

Es necesario recordar también el contexto de enfrentamiento entre los dos grandes modos de entender la economía política: el capitalismo y el socialismo. ¿Por qué esto? Porque en un contexto donde el socialismo había sido adoptado por gran cantidad de países del mundo, en  el área capitalista se buscó generar condiciones beneficiosas para el trabajador, de modo de evitar que se tiente con la idea de embarcarse en una revolución socialista.  Así tuvo lugar un acuerdo entre Estado, empresarios y trabajadores: por un lado el obrero pasó a recibir mejores condiciones de trabajo y beneficios sociales, pero por el otro se garantizaba así que el capitalismo siguiera en pie y que no se cuestionara la propiedad privada ni las clases sociales.

En el siguiente video, este modelo aparece explicado por el propio Perón.

Por último, si en el modelo agroexportador se defendía el libre intercambio dejando que la oferta y la demanda se equilibren de manera natural; en el ISI el Estado dejó de adoptar esa postura. Por el contrario, pasó a intervenir de manera activa en la generación de demanda. Los subsidios, altos salarios, seguros de desempleo, etc. no fueron más que iniciativas que permitieron a los sectores más bajos ingresar al mundo del  consumo, aumentando la demanda. Del mismo modo, durante este período del capitalismo local, el Estado también medió en la relación entre la oferta y demanda al intervenir fuertemente en el mercado de cambios y acceso a moneda extranjera, al controlar la importación de productos (otorgando permisos de importación especiales), al aumentar la carga impositiva para algunos sectores, etc.
En suma, durante esta etapa la Argentina siguió siendo un país capitalista, aunque claramente no liberal.

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